Tener
autoestima, como el propio nombre lo dice, tiene que ver con estimarnos,
tenernos en cuenta, escucharnos, priorizarnos.
Una persona con
autoestima, tiene estima en sí misma, se escucha, escucha sus necesidades, y
las lleva a cabo. Es una forma saludable de buscar el pan para uno mismo.
Alguien con baja
autoestima, no cree en sí mismo, piensa que los demás son más capaces que él
para enfrentarse al mundo, así que todo lo deja en manos de otros. No se
responsabiliza de sí mismo, porque no confía en él, así que para conseguir
el sustento que todos necesitamos (de todo tipo, amoroso, monetario,
etc…), utiliza juegos de manipulación, formas indirectas de obtener lo que
desea. El esfuerzo que se usa al manipular o conseguir el sustento de forma
indirecta es inmenso.
En la medida que
nos dejamos en manos de otro, y no asumimos nuestra propia responsabilidad, nos
vamos deteriorando, ya que estamos cada vez más alejados de nuestro ser.
Es duro
enfrentarse a la vida, no es complicado, requiere mucha valentía y arrojo, pero
una vez nos enfrentamos a vernos, sin enmascararnos, sin edulcorar la realidad,
descubrimos nuestra fuerza, y crece nuestra autoestima de forma exponencial.
Es un trabajo de
poquitos, de pasitos pequeños, grandes, todos valen para descubrirnos,
independizarnos, ser autónomos, y libres, sino siempre dependeremos, en lugar
de libremente elegir lo que queremos para nosotros. Una pequeña independencia
ya es mucho.
Lo que sí puedo
asegurar por experiencia propia es que a medida que uno hace terapia, cada vez
uno se siente mejor, más autónomo, más libre, y aunque siempre hay
dificultades, las que enfrentamos con más ligereza, y descubrimos los recursos
que antes no poseíamos.
No hace falta ser perfectos
para sentirnos a gusto en nuestra piel, simplemente ser más generosos, menos
exigentes, aceptarnos más y mejor, conocernos mejor, y caminar pasito a pasito.