sábado, 18 de mayo de 2013

Me gusta mucho esta reflexión: 

"Quién no sabe decir no, enfermará. Quién siempre quiera responder a todas las expectativas, pronto notara con dolor sus límites. Pero sólo aquel que tiene su centro podra crecer más allá de sus propios límites" 
Anselrn Grün 





miércoles, 15 de mayo de 2013

LA EXIGENCIA DE ESTAR SIEMPRE PERFECTOS



Vivimos en la cultura del disimulo, de la búsqueda del éxito y del reconocimiento a toda costa, de la necesidad de la mirada del otro para caminar, y eso provoca mucha neurosis, ya que se hace difícil el desahogo, y lo que no sale para fuera queda dentro, provocando mucha disfunción. Tratar de estar perfecto siempre a nivel físico, emocional, mental es tal exigencia que nos mata.

Todo este esfuerzo por ocultar lo que consideramos rechazable de nosotros se hace por miedo a que vean lo que creemos que es la verdad, que en el fondo van a descubrir que no somos tan valiosos. Tildamos de valiosos determinados calificativos como “guapos, bien vestidos, hablar correctamente, tener un buen trabajo, ser inteligente, ser fuerte….”, y por el contra tildamos de poco convenientes determinados adjetivos como “inseguro, débil, tímido, agresivo, parco o titubeante hablando, tener un mal trabajo, una imagen menos brillante…”




Como tenemos miedo a que algo calificado como “malo” salga a flote, las relaciones con los otros suelen ser de lo más superficiales porque cuando profundizas un poco con otra persona, no puedes mantener ese juego de supuesta perfección mucho tiempo, y la vida se hace de lo más contenida, ya que se contiene que nada “peligroso” para nuestra imagen salga hacia fuera.

La imagen prima por encima de todo dentro de este mundo capitalista que vende todo, hasta las emociones, cuáles son las adecuadas para exteriorizar en cada momento y cuáles no.

Sólo desde una aceptación de lo que somos, seremos libres.

Estamos educados en determinados valores adecuados para la familia en la que nacimos, y en la sociedad en la que nos tocó desarrollarnos, así que vamos siempre a favorecer que esos valores salgan a la luz, y aquellos más en desacuerdo con nuestra educación, tenderemos a bloquearnos, bloqueando con ello nuestra personalidad, empobreciéndonos. En cada sociedad se empobrecen o priman valores totalmente opuestos, esto mismo ocurre dentro de cada familia.

El trabajo terapéutico trata de ayudar a que salga a la luz todo aquello que somos nosotros, tratando de despenalizarlo, de hacerlo visible, y de ayudar a responsabilizarnos de lo que somos, para enriquecernos y expandirnos con lo mucho que somos, y no bloqueados con lo poco que permitimos que se vea de nosotros.


Para ello, el primero paso a dar es el de potenciar la toma de conciencia de cuánto de lo que creemos nuestro, es realmente nuestro o un mero condicionamiento, es decir qué órdenes hemos tragado enteras y seguimos a rajatabla, aunque no nos gusten en absoluto, con tal de ser fieles a nuestra familia, y nuestro entorno, y que no haya fricciones.

Entonces, ¿qué somos nosotros?, ¿qué queremos para nosotros mismos?.

Mucha gente dice: “nada, yo no quiero nada, no deseo nada”. Se han capado tanto su deseo en aras de adecuarse al del otro que ya no saben ni lo que desean.

Por lo tanto, la primera parte consiste en permitir que salga para fuera todo lo que la persona desea, sin bloqueos, sin restricciones, estamos en terapia y allí está todo permitido, conociéndonos mejor, y dándonos cuenta de lo limitados que estamos.



En un principio se trata de desaprender todo lo aprendido hasta ahora. “Hay que ser correctos”, es una orden muy mamada socialmente, aquí se permite la incorrección en aras de la permisividad de ser uno mismo, y decidir a posteriori qué es lo que queremos para nosotros mismos.

Por tanto, el primer paso es descondicionarse para ser un poco más libres. Desaprender, la palabra tan de moda, es importante utilizarla. Se trata de sacar para fuera todos aquellos mensajes que nos hemos tragado de pequeñitos, tanto dentro de nuestra propia familia, como dentro del actual modelo social y todo lo que hemos mamado de generación en generación, forjando un carácter muy condicionado, con poco espacio para saber qué es lo que queremos. 

El premio es la búsqueda de nosotros mismos, aquello que subyace debajo de tantos mandatos y condicionamientos externos.


Dori Pena Gayo - Psicóloga (colegiada G-4975)

martes, 14 de mayo de 2013



“Sólo aceptando lo que somos, podremos cambiar”

ARNOLD  BEISER (Terapeuta Gestalt)

domingo, 12 de mayo de 2013

EL PSICÓLOGO: FIGURA CLAVE EN UN MUNDO CADA VEZ MÁS NECESITADO DE ESCUCHA, DESAHOGO, RESPALDO, CONTACTO, Y TRABAJO INTERIOR.





En un mundo tan individualista como el actual, en el que cada vez nos desahogamos menos por miedo a romper ante el otro nuestra imagen idealizada como persona, un terapeuta es alguien que te escucha, que te contiene, una figura importante que  ayuda al otro a transitar por caminos difíciles, un respaldo necesario  en un mundo cada vez más necesitado de contacto,  de escucha y de trabajo interior, porque sólo, desde nosotros, podremos encarar nuestra vida libremente.

A pesar del esfuerzo que supone enfrentarse a una terapia, el mero hecho de desahogarnos, de  sacar para fuera todo el veneno que llevamos dentro y poder desnudarnos con alguien que escucha sin penalizarnos, no tiene precio; poder llorar a gusto, sin que uno tenga que dar cien mil explicaciones ni sentirse avergonzado, es un bálsamo para el alma.

La sociedad en la que vivimos penaliza mucho el llanto, acostumbrándonos a llorar muchas de las frustraciones de la vida a escondidas o simplemente a no sentirlas, reprimiéndolas, inhibiéndolas, y guardándolas a veces durante muchos años o toda una vida, pero siguen ahí,  dentro de nosotros, soterradas, afectándonos y enfermándonos, provocando depresiones, amargura, cansancio,  … en definitiva desvitalizándonos, apagándonos, alejándonos de la vida y generando una gran coraza que se somatiza en dolores y enfermedades de muchos clases, además de amargar el carácter y la relaciones sociales de todo tipo, laborales, de pareja, amigos, familiares…, y lo más importante impidiendo que encontremos un consuelo en nosotros mismos.

Entendernos y entender el mundo es básico, saber lo que realmente queremos, es importante para nuestra felicidad. La labor psicológica muchas veces es la de separar el grano de la paja, y ayudar a que tomemos conciencia de cómo nos boicoteamos, de cómo nosotros mismos somos nuestros peores enemigos. Facilita el que nos fijemos  cómo cargamos con la vestimenta que la sociedad o nuestros padres ha confeccionado para nosotros.

El mero hecho de desnudarnos y plantearnos si nos gusta o no lo que llevamos encima ya es un gran paso para poder enfrentar con autonomía NUESTRA VIDA, manejando cada vez mejor las situaciones de la vida que nos toqué enfrentar, asumiendo el dolor como parte del crecimiento y palpando los recursos que cada día vamos ganando para poder afrontar mejor situaciones difíciles.

Dori Pena Gayo - Psicóloga y Terapeuta Gestalt