En un mundo tan individualista como el actual, en el que cada vez
nos desahogamos menos por miedo a romper ante el otro nuestra imagen idealizada
como persona, un terapeuta es alguien que te escucha, que te contiene, una
figura importante que ayuda al otro a transitar por caminos
difíciles, un respaldo necesario en un mundo cada vez más necesitado
de contacto, de escucha y de trabajo interior, porque sólo, desde
nosotros, podremos encarar nuestra vida libremente.
A pesar del esfuerzo que
supone enfrentarse a una terapia, el mero hecho de desahogarnos,
de sacar para fuera todo el veneno que llevamos dentro y poder
desnudarnos con alguien que escucha sin penalizarnos, no tiene precio; poder
llorar a gusto, sin que uno tenga que dar cien mil explicaciones ni sentirse
avergonzado, es un bálsamo para el alma.
La sociedad en la que vivimos penaliza mucho el llanto,
acostumbrándonos a llorar muchas de las frustraciones de la vida a escondidas o
simplemente a no sentirlas, reprimiéndolas, inhibiéndolas, y guardándolas a
veces durante muchos años o toda una vida, pero siguen ahí, dentro
de nosotros, soterradas, afectándonos y enfermándonos, provocando depresiones,
amargura, cansancio, … en definitiva desvitalizándonos, apagándonos,
alejándonos de la vida y generando una gran coraza que se somatiza en dolores y
enfermedades de muchos clases, además de amargar el carácter y la relaciones sociales
de todo tipo, laborales, de pareja, amigos, familiares…, y lo más importante
impidiendo que encontremos un consuelo en nosotros mismos.
Entendernos y entender el mundo es básico, saber lo que realmente
queremos, es importante para nuestra felicidad. La labor psicológica muchas
veces es la de separar el grano de la paja, y ayudar a que tomemos conciencia
de cómo nos boicoteamos, de cómo nosotros mismos somos nuestros peores
enemigos. Facilita el que nos fijemos cómo cargamos con la vestimenta
que la sociedad o nuestros padres ha confeccionado para nosotros.
El mero hecho de desnudarnos y plantearnos si nos gusta o no lo
que llevamos encima ya es un gran paso para poder enfrentar con autonomía
NUESTRA VIDA, manejando cada vez mejor las situaciones de la vida que nos toqué
enfrentar, asumiendo el dolor como parte del crecimiento y palpando los
recursos que cada día vamos ganando para poder afrontar mejor situaciones
difíciles.
Dori Pena Gayo - Psicóloga y Terapeuta Gestalt
Dori Pena Gayo - Psicóloga y Terapeuta Gestalt
No hay comentarios:
Publicar un comentario