Hoy en día apenas hay tiempo para disfrutar de nuestros hijos.
Ambos padres trabajan, y tienen el tiempo justo para dedicárselo a sus hijos.
Es importante para la familia sustituir cantidad por calidad. Es necesario que
se encuentre un momento al día para la charla, el respiro, el contacto… Con un
poco de tiempo de dedicación real entre hijos y padres subsanaría mucho del
malestar actual.
Generalmente detrás de un niño que demuestra problemas de
comportamiento suele haber carencia emocional.
Hoy en día se invierte mucho esfuerzo y dinero para que los niños
sean “grandes”..., sepan de todo, estén preparados para el futuro, estudien idiomas, practiquen deportes,
actúen, canten, bailen…. El deseo de muchos padres es que su hijo sea lo más
completo posibles en actividades pero muchas veces se olvidan de lo esencial:
el tiempo dedicado a no hacer nada, a relajarse, a lo espontáneo, al juego con
los amigos lejos de tanta organización, al achuche tierno con la madre o el
padre, a la charla de cómo le ha ido el día sin censura… al acompañamiento
relajado sin tanta presión alrededor.
He conocido niños con tal programa diario que hasta tenían
actividades en domingo, los siete días de la semana, sin descanso.
Muchos pacientes niños lo único que desean es un poquito de tiempo
al día con su padre o madre; y te rompe escucharlo porque son muy conscientes
de su deseo, pero no lo expresan en casa, algunos por no agobiar más a su
familia que ya la ve bastante agobiada, y otros porque no son tan conscientes o
son más pequeñitos y no pueden elaborar con la misma conciencia su deseo, pero
detrás de cualquier anomalía, suele haber bastante carencia.
Esta falta de contacto familiar
los niños lo exteriorizan con comportamientos difíciles de manejar para
los padres, o bien se vuelven rebeldes tratando de llamar la atención de sus
progenitores, o bien se vuelven extremadamente obedientes y contenidos, el
típico niño bueno que no da problemas, pero que se le ve triste y serio, a
veces con dificultades académicas por falta de interés, un niño desvitalizado.
Su energía vital la contiene para no generar más problemas de los que ve a su
alrededor. Sólo cuando se hace visible algún comportamiento de este estilo, los
padres se paran a pensar que algo no va bien, frenan su ritmo y ponen atención
a su hijo.
Dori Pena Gayo - Psicóloga
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